Sierra de Río Frío

Monte Tláloc, cerro Telapón y cerro Papayo

Altitud: 4125 m/nm
Ubicación: φ 19° 24´ 41.7” – λ 98° 42´ 44.8” (cima Monte Tláloc)
Arqueología: 4 sitios registrados
Entidad: México y Puebla
Decreto: 24 de enero de 1931, como parque nacional
Superficie: 19418 hectáreas con la Iztaccíhuatl

Se denomina Sierra Nevada a la cordillera de 70 km de longitud que va del Popocatépetl en el sur, a los lomeríos que descienden del Monte Tláloc al norte. Como Sierra de Río Frío aparece al menos en el análisis geológico de Schönhals y Werner, de donde he tomado el concepto; aunque administrativamente corresponde al Parque Nacional Zoquiapan y Anexas. Dejando fuera al Iztaccíhuatl y Popocatépetl que tienen sus propias ligas, dejamos para esta página como la Sierra Nevada o Sierra de Río Frío a la conformada por los montes Tláloc (4125m/nm), Telapón (4065m/nm), Yoloxóchitl (3,900m/nm), los Potreros (3,600m/nm), Papayo (3,640m/nm), Tlamacas (3,220m/nm), el Tejolota (3,020m/nm), la Mesa (2,800m/nm) y el Tezoyo (2,660m/nm), de los cuales resalta por su importancia arqueológica el Monte Tláloc que ha acaparado nuestra atención por años. La sierra no ha sido recorrida por este proyecto en su totalidad, a lo más, las cimas de los cerros Papayo y Telapón. Al Monte Tláloc, también se le denomina en las fuentes: Sierra de Tlalocan, Sierra de Tlaloca, Tlalocatepetl, Serranía de Tláloc, Cerro Tláloc, y Poyauhtecatl, este último nombre lo comparte con el Pico de Orizaba. Con referencia a Zoquiapan, significa "en el agua fangosa".

Geología

El Monte Tláloc y el cerro Telapón son un par de viejos volcanes que se formaron hace 5 millones de años, a finales del Mioceno, terminando su formación a principios del Pleistoceno hace dos millones de años. Más reciente es el cerro Papayo, que aún conserva su forma cónica pese a estar rodeado de un flujo de andesitas; juntos con el cerro Tlamacas al norte, conforman la Sierra de Río Frío. Todas estas cimas son el producto de efusiones andesíticas y dacíticas a través de estratovolcanes, que en el curso de su dramática actividad crearon extensos abanicos volcánicos que son las lomas al pie de esta sierra. Las lavas de estos edificios son característicamente porfídicas.

Arqueología

La cumbre del Monte Tláloc fue investigada alrededor de 1929 por Rickards, posteriormente en 1932 por Caso, en 1934 por Martínez del Río, en 1940 por Noguera, en 1953 por Wicke y Horcaditas, en 1984 por el proyecto de Arqueología de Alta Montaña del IIA-UNAM cargo de Stanislaw Iwaniszewski, para principios de la década de 1990 por Felipe Solís y Townsend. Con referencia a la astronomía cultural: Aveni en 1988, Broda en 1989, Ponce de León en 1991, Iwaniszewski en 1994, Morante en 1997, y Šprajc en 1997. Sin duda, es la alta montaña más documentada arqueológicamente de México.

Limitando a la Ciudad de México por el oriente las elevaciones del Monte Tlaloc

Limitando a la Ciudad de México por el oriente las elevaciones del Monte Tlaloc (STL-1) a la izquierda
y a la derecha el cerro Telapón (STE-1).

La altitud del Mote Tláloc no lo hace un sitio destacado en el paisaje, lo extraordinario del lugar es el tetzacualco y su amplia calzada, que desde el pasado despertaron la atención de ilustres historiadores como: fray Diego de Durán, fray Bernardino de Sahagún, Francisco Xavier Clavijero, Fernando de Alva Ixtlixóchitl, Muñoz Camargo y fray Juan de Torquemada, entre los más relevantes. Iwaniszewski sugiere que hubo por lo menos dos fases constructivas.

La investigación arqueoastronómica apunta a que el adoratorio o tetzacualco de la cima guarda en la orientación de sus muros alineamientos que señalaban fechas relevantes para los mexicas. Por ejemplo, un observador desde la cima verá salir el Sol por detrás de La Malinche y el Pico de Orizaba, al inicio del año que para ellos era el 12 de febrero, haciendo por cinco días una clara referencia a los nemontemi, los días aciagos del calendario azteca. También hay relación con otras montañas por medio de líneas visuales que corresponden a otras fechas del calendario ritual y agrícola. La calzada tiene un largo de 152m, y está desviada a 281º30´, el tetzacualco exterior mide 50 por 60 metros con diferencias en la alineación de cada muro tanto interior como exterior. A simple vista parece un rectángulo desajustado por la discrepancia en la simetría de sus muros, pero entendemos que esto es intencional ya que cada uno marca distintas líneas visuales a diversos puntos del horizonte como ya se indicó.

Aspecto del adoratorio rectangular o tetzacualco

Aspecto del adoratorio rectangular o tetzacualco en la cima del Monte Tláloc al que concurría la nobleza mexica.

Fray Diego Durán detalla el sacrificio de niños en la cima del Monte Tláloc (SRF-01), para el mes de Uey Tozoztontli. Era una celebración afamada en toda la cuenca de México, porque a ella asistía la clase gobernante.

10. Enderezábase esta fiesta para pedir buen año, a causa de que ya el maíz que habían sembrado estaba todo nacido. Acudían a celebrarla –como dije– el gran rey Motecuhzoma, al monte referido, con todos los grandes de México, de caballeros y señores, y toda la nobleza de él venía...

11. Para los cuales señores se hacían grandes y vistosas chozas y ramadas, conforme a la calidad de las personas pertenecían, de tan poderosos reyes y señores y tan temidos y reverenciados, haciendo para cada rey y parcialidad, en distintos lugares del monte, casas pajizas, con sus retretes y apartados, como cosa que hubiera de ser durable, y todos a la redonda de aquel gran patio que dije había en lo alto.

12. De donde el día, luego en amaneciendo, salían todos estos reyes y señores, con toda la demás gente, y tomaban un niño de seis o siete años y metíanlo en una litera, por todas partes cubierto, que nadie no le viese, y poníanlo en los hombros de los principales y, puestos todos en ordenanza, iban como en procesión hasta el lugar del patio, al cual lugar llamaban tetzacualco. Y llegados allí, delante la imagen del ídolo Tláloc mataban aquel niño, dentro en la litera, que nadie no le veía, al son de muchas bocinas y caracoles y flautillas. Mataban este niño los mesmos sacerdotes de este ídolo.

13. Después de muerto (el niño), llegaba el rey Motecuhzoma con todos sus grandes y gente principal, y sacaban un aderezo y rico vestido para el ídolo y, entrando donde el ídolo estaba, él mesmo con su propia mano le ponía en la cabeza una corona de plumas ricas y luego le cubría con una manta, la más costosa que podía haber y galana, de muchas labores de plumas y figuras de culebras; en ella poníanle un ancho y grande braguero ceñudo, no menos galano que la manta, echándole al cuello piedras de mucho valor y joyeles de oro; poníanle ricas ajorcas de oro y piedras y a las gargantas de los pies, y juntamente vestía a todos los idolillos que estaban junto a él.

14. Acabado Motecuhzoma de vestir al ídolo y de ofrecer delante de él muchas y muy ricas cosas, entraba luego el rey de Tezcoco Nezahualpilli, no menos cercado y acompañado de grandes y señores y llevaba otro vestido a la mesma manera y aun si en algo se podía aventajar, se aventajaba, y vestía al ídolo muy costosamente y a los demás idolillos, excepto que la corona no se la ponía en la cabeza, empero colgábasela al cuello, a las espaldas y salíase.

15. Entraba luego el rey de Tlacopan con su vestido y ofrenda y, a la postre, el de Xochimilco, acompañado con todos los demás, con otro vestido muy rico...

19. Acabadas todas estas cerimonias bajábanse todos al poblado a comer, porque no podían comer allí en aquel lugar, teniendo en ello superstición y agüero. Y así, acá en los pueblos cercanos tenían muy bien aderezada la comida, con mucha abundancia y suntuosidad, conforme a reyes y príncipes y grandes señores, volviéndose cada uno a su ciudad.

20. Cuando alguno de los reyes estaba impedido por alguna urgente necesidad, que no podía ir en persona, enviaba su lugarteniente o delegado, con todo el aparato dicho y ofrenda, para que ellos en su nombre lo ofreciesen e hiciesen todas las demás cerimonias que hemos contado. Lo cual todo concluido, constituían una compañía de cien soldados, de los más valientes y valerosos que hallaban, con un capitán, y dejábanlos en guarda de toda aquella rica ofrenda y abundante comida que allí se había ofrecido, a causa de que los enemigos, que eran los de Huexotzinco y Tlaxcala no la viniesen a robar y saltear.

Ídolo de Tláloc recuperado de la región precumbrera del Monte Tláloc.

Ídolo de Tláloc recuperado de la región precumbrera del Monte Tláloc.

¿Qué hizo del Monte Tláloc la montaña ritual más importante de la cuenca de México? Es un paradigma complejo, porque no es la cumbre más alta, ni prominente del paisaje. Posiblemente no fue una causa específica, sino una suma de factores lo que encauzó su relevancia.

a) Para los agricultores de antaño la montaña era un condensador de tormentas que se convertían siempre en torrenciales aguaceros. Todavía, en nuestros días, se repite el pronóstico: "agua de Texcoco, agua que llega". Esta característica pasó a ser el punto clave y de referencia desde el cual se organizaron prácticas sociales y cognitivas en etapas tempranas y formativas de la cultura indígena.

b) La evidencia arqueológica demuestra que desde el siglo I d. C. durante el Preclásico tardío, la cima concentró la atención de las comunidades asentadas en la cuenca de México. Ahí, en su cima, se conjuraron los tiempos y se sucedieron las formas religiosas en un lugar que era accesible y a la vez inconmensurable, en un espacio que proyectaba el imaginario de los individuos más allá de la vida cotidiana, y los trasladaba a la residencia de lo sobrenatural.

c) La lectura del entorno por donde el Sol transitaba cíclicamente permitió que el tiempo se ordenara espacialmente de manera intuitiva. En la conceptualización del tiempo como distancia se dio paso a mecanismos que crearon un modelo del tiempo que se manifestó en los alineamientos del tetzacualco de una manera que no era posible en ningún otro lugar entendida la posición de las montañas conspicuas con referencia al Monte Tláloc.

d) La acumulación simbólica a través de los tiempos desarrolló una fijación significativa incorporando en este sitio formas durables que cada vez alcanzaron mayor volumen y densidad. En su cima se producían y reproducían las metáforas de la sociedad, ahí se materializaron y adquirieron formas complejas que el Estado (mexica) incorporó e institucionalizó. La organización del espacio en el Monte Tláloc muestra un desarrollo desigual con las demás cumbres, porque cada lugar posee una acumulación desigual de procesos de simbolización del espacio.

e) Su apoteosis la alcanzo durante el Posclásico tardío con los mexica, porque el Monte Tláloc se transformó en un absoluto social, en una montaña sagrada que respondía a la necesidad de un orden social entre distintas fuerzas políticas a ambos lados de la sierra, dispersas pero a la vez unidas y eventualmente en conflictos de poder. Religión y Estado se articularon como sacros históricos: poder político, poder sobrenatural y estructura social. Valores centrales, símbolos, gestores, rituales, transgresiones y exclusiones donde no era equivalente lo sagrado con lo religioso.

La cima del Monte Tláloc

La cima del Monte Tláloc muestra la espectacular calzada de 152 m. de largo que conduce al tetzacualco de la cima.

Tomando en cuenta la amplia literatura sobre el Monte Tláloc no tiene sentido describir en detalle el contexto arqueológico, astronómico, ni etnohistórico. No obstante, en los Anales de Cuauhtitlán (fol. 36), encontré un relato que permite una posibilidad más de análisis, trata de lo que aconteció a Nezahualcóyotl cuando todavía era muy joven, poco después de la muerte de su padre, perpetrada por gente de Azcapotzalco:

Así se entretenía jugando Nezahualcóyotl,
pero, una vez, se cayó en el agua.
Y dicen que de allí lo sacaron
los hombre-búhos, los magos;
vinieron a tomarlo, lo llevaron
allá, al Poyauhtécatl,
al Monte del Señor de la niebla.
Allí fue él a hacer penitencia y merecimiento.
Estando allí, según se dice,
lo ungieron con agua divina,
con el calor del fuego.
Y así le ordenaron, le dijeron:
tú, tú serás,
a ti te ordenamos, éste es tu encargo,
así, para ti, en tu mano,
habrá de quedar la ciudad.
Enseguida los magos lo regresaron
al lugar de donde lo habían traído,
De donde lo habían tomado...

Representación del Monte Tláloc en el Códice Borbónico.

Representación del Monte Tláloc en el Códice Borbónico.

No dudo que el Poyauhtecatl a que hace referencia el texto sea el Monte Tláloc, era la montaña de los texcocanos y de los ancestros. La montaña como elemento identitario da testimonio al rito de paso que legitimaba a Nezahualcóyotl, resulta de una condición canónica donde el agua divina y el calor del fuego son los instrumentos de iniciación del futuro gobernante. Como apunta Van Gennep, el rito de paso contempla tres fases críticas que podemos apreciar claramente en el texto: la separación, cuando los hombre-búhos llevaron a Nezahualcóyotl al Poyauhtecatl; la marginalidad o fase liminal, como el periodo de transición en que realiza la penitencia y “merecimiento”, que implica la suspensión del contacto social habitual, justamente en un espacio yermo y agreste que se resalta en el ayauhcalli de la cumbre; y la reincorporación con la readmisión en la sociedad con el nuevo estatus adquirido.

Al sur del Monte Tláloc, a 4.5 Km tenemos la cima del cerro Telapón (SRF-02) , en ella se aprecia un monumento, se trata de la magna estatua del Sagrado Corazón de Jesús y un altar para celebrar misa, lo acompañan cruces un asta bandera, y placas conmemorativas que han alterado la superficie original del sitio. No obstante, estas construcciones aún posible observar material cerámico prehispánico y restos de obsidiana.

Monumento que corona la cima del cerro Telapón.

Monumento que corona la cima del cerro Telapón.

El Cerro el Papayo (SRF-03), más al sur, y casi colindante con la Iztaccíhuatl, por su altitud comparada con los grandes macizos de la misma sierra, podríamos decir que es una cima modesta. No obstante, cuando observamos la Sierra Nevada desde cualquier lugar en la Cuenca de México, resalta el Cerro el Papayo por su forma cónica y su aparente aislamiento de otros cerros, esto ha permitido su fácil uso como indicador para distintos eventos rituales, astronómicos y calendáricos desde el Preclásico con Cuicuilco y su importancia para Tenochtitlan y el Zacahuitzco en el Tepeyac durante el Posclásico. Jesús Galindo manifiesta la importancia del Papayo por su combinación con la salida del Sol observada en ciertas fechas desde:

1) El cerro Zacahuitzco próximo a la Villa de Guadalupe para el 22 de diciembre que es solsticio de invierno.

2) La pirámide de Cuicuilco para el equinoccio medio los días 20 de septiembre y 23 de marzo.

3) El Templo Mayor para el 6 de febrero, cuando el disco solar observado desde el Templo Mayor señala por medio del Cerro Papayo el fin del año y el comienzo de los cinco días aciagos, los nemontemi. En su cima se detecto un sitio (SRF-03) en donde fueron encontrados materiales arqueológicos como cerámica y lítica dispersa.

Marcador solar de horizonte.

El cerro Telapón como marcador solar de horizonte para determinar las fechas en que debían de realizarse los rituales.

De los cerros Telapon y Papayo, no tenemos referencias literarias, sólo sus evidencias materiales, que arqueológicamente hablando son exiguas. Considerando la importancia ritual del Monte Tláloc, estos cerros en su extremo norte pasaron a ser eminencias secundarias del conjunto ritual de la Sierra de Río Frío, porque además, altitudinalmente lo son, y que de esta forma se diera también un aforismo al encontrarse disminuidas ante la sombra del emplazamiento ritual del Monte Tláloc, el cual como absoluto social permanece y no acepta ninguna nueva construcción en su cima, dejando esta alternativa para el Papayo y el Telapon que pregonan cada uno en su cumbre, un monumento contemporáneo del culto católico, por cierto muy recientes. Es como si los memorables trastornos ocasionados por Nehualpilli al intentar cambiar el antiguo ídolo tolteca por otro se mantuviera en el imaginario colectivo a la manera de una metáfora perdurable que cuestiona o transforma en tabú alguna construcción en la cima del Monte Tláloc.