La caverna como hierofanía

La mayoría de las culturas en la historia de la humanidad han encontrado en el mundo subterráneo el principio apropiado para componer sofisticados símbolos que ayuden a resolver sus temores, anhelos e ideales. Para algunas civilizaciones la cueva ha sido de tal importancia que ha trascendido en los mitos de origen, logrando incorporarse al discurso cosmovisional que permite a la comunidad explicarse a sí misma en la naturaleza. La oscuridad y los intrincados pasadizos son los principales recursos de la cueva que estimulan el imaginario colectivo. Pero cabe una pregunta ¿Es posible entender a la caverna dentro de un conjunto de símbolos de valor para toda la humanidad? Si consideramos que esto es posible, entonces estamos atraídos por un criterio de unidad psíquica. Pero si discrepamos, podemos adoptar una postura contextual donde cada sociedad otorga al mundo subterráneo de un significado propio que le es diferente a los demás. Sin duda estas cuestiones implican una búsqueda baconiana de paralelismos, se requiere entonces de un escrutinio que alcance un consensus gentium que nos lleve a "tipos institucionales universales" tal y como los proponía Malinowski para la década de 1940. Creo que esto último es casi imposible porque actualmente en las ciencias sociales no existe teoría alguna, su construcción aún es un anhelo, esto obedece a que las condiciones sociales sobre la conducta social humana son intrínsecamente inestables y no a que los métodos de comprobación empírica adolezcan de validación (Giddens, 1998:19 y ss).

Chamanes con tocado realizando lo que suponemos es un ritual.

Chamanes con tocado realizando lo que suponemos es un ritual.
Cuevas de la Sierra de San Francisco, Baja California.

En el caso de sociedades antiguas no es posible traducir su simbolismo a una estructura lingüística moderna, porque a diferencia de la nuestra, se da un mayor relieve a las representaciones simbólicas no lingüísticas basadas en las imágenes y asociaciones compartidas de los objetos cotidianos. Los símbolos se encuentran “motivados” —afirma Hallpike, 1986:133— de un modo en que las palabras no lo están: es decir, tiene con lo significado una relación inherente imposible para aquellas últimas. Las palabras son signos; es decir, significantes carentes de “motivación”.

La imagen funciona como símbolo cuando se la emplea para evocar realidades ausentes. Las imágenes de objetos y sucesos que no están presentes en lo físico, son entonces, una imitación interior, una especie de esquema o resumen (Hallpike, 1986:194). Así pues, los símbolos se convierten en una asimilación egocéntrica que busca la colectivización de esas imágenes individuales.

El pensamiento simbólico es por naturaleza más difícil de discriminar en sus aspectos subjetivos y objetivos que el lenguaje, pues los símbolos están motivados, en gran parte, de un modo en que no lo está el lenguaje. De esta manera, las cualidades y las propiedades asociadas con los símbolos son a la vez inherentes a éstos y crean una reacción afectiva en la mente, fácil de atribuir a los símbolos mismos.

Una respuesta tentativa a la pregunta inicial de este ensayo es que ante la imposibilidad de que un fenómeno cultural sea empíricamente universal nos valemos de esquemas conceptuales con proposiciones explicativas de tipo generalizador como las que a continuación presentaré:

En el pensamiento "místico universal" la caverna es lo sagrado, ahí reside lo sobrenatural. La caverna visible es una hierofanía de lo sagrado natural, no espiritual sino natural. Así al menos es entendida por múltiples culturas que a continuación deseo exponer para tener un elemento de comparación con la fenomenología observada para el caso mexicano.

Según el Diccionario de los Símbolos de Chevalier y Gheerbrant (1986) la caverna en múltiples culturas es arquetipo de la matriz materna y figura de los mitos de origen y renacimiento. Por ejemplo para Limón (1985:173) estos mitos etiológicos —causa de las cosas— corresponden a una teoría que se basa en la función de explicar las causas de los fenómenos de la vida y de la naturaleza, además de nuestras actitudes, es así como nos enfrenta a la propuesta de confrontar dos culturas distintas: la inca y la mexica. En ambos pueblos se desciende simbólicamente de una caverna. La similitud se basa entre dos espeluncas míticas: Chicomoztoc y Tampu Tocco; de esta última, salen los hermanos Ayar a fundar el pueblo inca. Tampu Tocco son cuatro cavidades de pequeñas dimensiones, arquetipo de matriz donde el cielo es lo masculino.

Pintura rupestre que escenifica un ritual cinegético celebrado por chamanes.

Pintura rupestre que escenifica un ritual cinegético celebrado por chamanes.
Cueva de la Serpiente, Baja California.

En Turquía, se conserva una leyenda del siglo XIV muy similar a las americanas respecto al origen de los pueblos:

En los confines del oriente, sobre la Montaña Negra, las aguas inundan una gruta y vierten en ella arcilla, que va llenando una fosa en forma humana. La gruta sirve de molde y, al cabo de nueve meses, por efecto del calor solar, el modelo adquiere vida, es el primer hombre, llamado Ay-Atam, mi Padre-Luna. Durante cuarenta años, este hombre vive solo; entonces una nueva inundación da nacimiento a un segundo ser humano. Esta vez la cocción no es completa; el ser imperfecto es la mujer. De su unión nacen cuarenta hijos que se casan entre ellos y engendran... Ay-Atam y su mujer mueren. Su hijo mayor los entierra en la fosa de la gruta, esperando así volverlos a la vida (Chevalier y Gheerbrant, 1986:265).

El arquetipo de matriz como cueva se observa también en el cella hindú que se llama garbahagrina o casa matriz. En una caverna nace Lao-tse. Jesús, también nace en una cueva, donde radia la luz del Verbo y de la Redención. Conviene notar que Jesús nace en una caverna y es enterrado en ella antes de su ascenso a los cielos. Los emperadores de la China antigua estaban enterrados en una oquedad, antes de poder elevarse al cielo en el linde de año nuevo, por tal motivo la tradición China afirma que los Inmortales frecuentan las cavernas. Es así como entre cristianos, chinos y culturas mesoamericanas el inframundo es el paso obligado para una vida posterior, de esta forma se comprende el retorno al origen, y la relación cielo—caverna, en donde la formación subterránea es un pasaje o punto intermediario; los celtas explican al Purgatorio como una gruta y los musulmanes esotéricos encuentran en una gruta el retorno a la sustancia central. Es necesario advertir entonces que la caverna conduce a los infiernos, ahí se entierran a los muertos, que así comienzan el viaje de ultratumba, el descenso a los infiernos no es universalmente más que un requisito para el nuevo nacimiento. Se vuelven a encontrar aquí los dos aspectos, positivo y negativo, de todo gran símbolo (ibídem, pp. 263-267).

Pintura rupestre del estilo Gran Mural.

Pintura rupestre del estilo Gran Mural. Cueva Boca de San Julio, Sierra de San Francisco.

En este sentido, la imagen del símbolo comprende: caverna > mujer > madre > retorno. Todo es un universo onírico aún presente en el hombre de hoy. Por esta razón el psicoanálisis ha revelado la equivalencia simbólica de la imagen de la mujer y las imágenes de interior, tales como: casa—caverna, equivalencia confirmada en la psicoterapia del sueño despierto. La caverna simboliza el lugar de identificación, es decir, el proceso de interiorización psicológica. La organización del yo exterior y de su relación con el mundo exterior es concomitante. La caverna simboliza entonces la subjetividad enfrentada con los problemas de su diferenciación (ibídem).

La caverna comprende una amplia forma mítica de carácter universal, no sólo como arquetipo de matriz. En Platón (Libro VII de la República, cit. por Abbagnano, 1987:159) la alegoría de la caverna describe que la condición de los hombres en el mundo es parecida a la de los esclavos atados dentro de una caverna que no pueden distinguir claramente los objetos por la obscuridad, únicamente perciben las sombras de las cosas y de los seres que están fuera de la caverna y que se proyectan al fondo de la misma. En esta narración la filosofía como conocimiento comprende la luz y por lo tanto la salida de la caverna y la observación de las cosas reales, del principio de la vida de ellas y de su cognoscibidad, esto es, el Sol o el bien, y, en segundo lugar, el retorno a la cueva es el retorno al propio mundo humano, a la ignorancia, en donde sólo se representan las apariciones de la conciencia como producto de imágenes que provienen de lo externo, a lo cual se denomina en la doctrina helénica como “Idolos de la Cueva” (véase Abbagnano, 1987:646-647).

La caverna en Platón es el mundo, reino material, opuesto al Topus uranus, mundo de las ideas. En otros mitos griegos de la antigüedad, la caverna es también el mundo terrenal: “La caverna por la cual Ceres desciende a los infiernos buscando a su hija que se denomina Mundo”. Por igual en las ceremonias religiosas instituidas por Zoroastro una oquedad representa al mundo. Inspirados en estas creencias los pitagóricos, y detrás de ellos Platón y Empédocles, llamaron al mundo antro y caverna (Chevalier y Gheerbrant, 1986:263-267). Tomemos en cuenta que entre los mesoamericanos el Monstruo de la Tierra, el mundo, es representado también por una cavidad subterránea. Al parecer se trata de un estrecho simbolismo metafísico en donde la construcción de un yo armonioso hace la imagen de un cosmos también armonioso.

Representación de un jaguar por parte de la cultura Olmeca.

Representación de un jaguar por parte de la cultura Olmeca. Gruta de Juxtlahuaca, Gro.

Esta relación ctónica de las espeluncas se expresa en el Extremo Oriente, los thai de Vietnam, consideran al cielo como el techo de una gruta. La antigua casa de los hombres de China, era una gruta, tenía un mástil central el axis mundi. El soberano debía subir para mamar del cielo —las estalactitas de la bóveda— así daba pruebas de su filiación celeste y de su identificación con el cosmos (ibídem).

La espelunca ya sea habitación de trogloditas, o símbolo, implica un agujero central en la bóveda, destinado al paso del humo del hogar, es el ojo cósmico. Se advierte incidentalmente que el crisol de los alquimistas y el cráneo humano implican la misma abertura anticlinal de la bóveda de una caverna. La antropología simbólica del taoísmo identifica al monte K'uen—Luen como el centro del mundo, que contiene una gruta secreta por donde se efectúa el regreso al estado primordial antes de la salida al cosmos. El estado primordial, es también un criterio de inmortalidad y de trascendencia, entre los judíos, la morada de la inmortalidad se ubica en una ciudad subterránea, así también entre los vedas de la India, o en el culto a Mithra en el Medio Oriente donde se celebra al Sol bajo tierra. Así se comprende la búsqueda de esta trascendencia del hombre sobre el cosmos.

Caverna y montaña parecen estar siempre unidas, se ha señalado que la arquitectura tradicional de la India se encuentra resumida en una espelunca: el templo rupestre contiene a su alrededor un stupa. El stupa—montaña esta horadado por la gruta que contiene las reliquias. Los anteriores casos indican como la caverna se sitúa sobre el eje cósmico y se le identifica como el axis mundi. Idea que nos recuerda la relación prehispánica de la caverna como centro del cosmos en la relación cueva—pirámide. Consiguientemente, la espelunca figura como centro cósmico y espiritual, progresivamente obscurecido —lo que puede haber sido verdad, desde las etapas prehistóricas— en el microcosmos del hombre y su corazón. Entre los upanishad la caverna del corazón contiene el éter, el alma individual del hombre (ibídem).

Cueva y montaña, Shiva y Parvati en Kailash (Tibet).

Cueva y montaña, Shiva y Parvati en Kailash (Tibet).

En el aspecto temible, las cavernas son el hábitat de monstruos, símbolo del inconsciente y de los peligros inesperados de la vida, por ejemplo el antro de Trofonio, que también es un oráculo al cual se consulta a través de pavorosas pruebas: serpientes, vestíbulos subterráneos y grutas. Los creyentes en el oráculo son los únicos que logran salir de la caverna; de vuelta en la superficie, se sientan en un asiento llamado Mnemosina (diosa de la memoria griega), y evocan las terribles impresiones sentidas en tan fría obscuridad, por las que quedan afectados toda la vida. El complejo de Trofonio, que mata a su hermano en el antro —caverna— para no ser reconocido culpable de un robo, es representación de los individuos que niegan las realidades de su pasado, para ahogar en ellas un sentimiento de culpabilidad, pero en el fondo de su ser no desaparece por lo que es atormentado a través de galerías obscuras, frías y con serpientes. La caverna en este aspecto temible simboliza la exploración del yo, y más particularmente del yo primitivo, rechazado en las profundidades del inconsciente (ibídem, pp. 263-267).

En este mismo aspecto temible, la caverna es un lugar con tabú. Por eso los intrusos son afectados con el "mal del susto" por lo menos en toda América. Un buen número de los pacientes afectados de susto lo han sido al haber infringido normas de conducta fijadas por la sociedad en la que viven. La concurrencia a lugares peligrosos cargados de espíritus como fuentes, cuevas, cementerios, territorios extraños, los límites de un poblado, o caminar por la noche, acarrean el "mal del susto". Respecto al susto se puede comentar una variada sintomatología de factores emocionales en los campos del pensamiento, la conducta y la afectividad. Las variaciones culturales permiten analizar el susto de muy diversas formas, sin embargo, y de manera general lo podemos entender como la pérdida del alma. En este estado, se puede llegar hasta cuadros psicóticos severos, en otros casos se trata de desviaciones psiquiátricas. Médicamente hablando desde una perspectiva occidental, no se puede hablar del susto como una enfermedad bajo las etiquetas diagnósticas que se suelen emplear, ni siquiera se puede pensar en un síndrome específico (Viesca y Tiahoga, 1985:483).

Arte rupestre, Baja California, México.

Arte rupestre, Baja California, México.

La caverna es también considerada como receptáculo de gigantesca energía, energía telúrica y de ningún modo celestial, ese es el caso del dios de los temblores Cabracán para mames y quichés, la deidad habita en una cueva. Entre los europeos del renacimiento los terremotos también estaban relacionados con las cavernas (cfr. a Sánchez de Aguilar).

Como centro de energía desempeña importante papel en las labores mágicas, en los ritos iniciáticos que comunican al hombre con los poderes ctónicos. Es el lugar de preferencia para las prácticas de brujería por cuanto la caverna es condensadora de fuerzas, así en la Europa Medieval, Turquía, México y en los confines de China.

Antes de cerrar éste ensayo para Internet, quiero abrir un paréntersis que me parece necesario respecto al criterio que se tiene del pensamiento místico. Al parecer los antropólogos hemos entendido al cosmos a contracorriente del pensamiento autóctono, sin considerar que existe una propia lógica para el mundo simbólico que funciona al margen de la historia y la ciencia occidental. Este escándalo se agrava con la tesis de Ernesto de Martino (1985:23) donde los fenómenos paranormales, son normales; no son manifestaciones anómalas de la naturaleza, si bien pueda considerarse como “naturaleza culturalmente condicionada”, es decir “todavía estimable como instinto, sostenida por intenciones humanas, y en la cual vive y se expresa un drama cultural definido”. Esto resulta que la primera reacción del investigador es la de querer salir del paso declarando que los poderes mágicos son imposibles a priori, esto tal vez por escepticismo debido a la ignorancia y perjuicio. En suma: lo paranormal o parapsicológico en el curanderismo, adivinación o rituales no son manifestaciones extraordinarias, sino ordinarias, pues son, tan sólo, una manifestación de la materia, que aún no podemos explicarnos del todo, más no por ello inexistentes o faltas de valor y razón.

Negativo de manos, tema universal de la pintura rupestre.

Negativo de manos, tema universal de la pintura rupestre. Esta la huella, este es el hombre.

Al inicio de este ensayo nos preguntamos se es posible resumir a la caverna dentro de un conjunto de símbolos de valor universal para toda la humanidad, entendemos por estos ejemplo que si bien hay paralelismo espectaculares estos parten de una unidad psiquica, pues todos los seres humanos tenemos el mismo diseño de funcionamiento del sistema nervioso y las mismas estructuras del cerebro. Sin embargo, es cada cultura la que otorga al mundo subterráneo de un significado propio que le es diferente a los demás.

Referencias

Abbagnano, Nicola.

1987 Diccionario de filosofía. Ed. por el Fondo de Cultura Económica. Méx. D. F.

Chavalier, Jean y Alain Gheerbrant.

1986 Diccionario de los símbolos. Editorial Herder. Barcelona, España.

Giddens, Anthony.

1998 La construcción de la sociedad. Amorrortu editores. Buenos Aires, Argentina.

Geertz, Clifford.

2000 La interpretación de las culturas. Editorial Gedisa. Barcelona, España.

Limón Olvera, Silvia.

1985 Las cuevas como origen de los pueblos inca y mexica. Tesis de la licenciatura en Estudios Latinoamericanos UNAM—FFL. Méx. D.F.

Hallpike, C. R.

1986 Fundamentos del pensamiento primitivo. Editado por el Fondo de Cultura Económica. México D. F.

Martino, Ernesto de.

1985 El mundo mágico. Ed. por la Universidad Autónoma Metropolitana. Méx. D.F.

Sánchez de Aguilar, Pedro.

1987 Informe contra los adoradores de ídolos. En: El alma encantada, tomo VI, pp. 23-122. Presentación facsímile de Fernando Benítez (año de 1636). Fondo de Cultura Económica. Méx. D.F.

Sperber, Dan.

1988 El simbolismo en general. Editorial Anthropos. Barcelona, España.

Viesca Treviño, Carlos; y Ruge Tiahoga S.

1985 Aspectos psiquiátricos y psicológicos del susto. En: Anales de Antropología, vol. XXII, pp. 475-490. Ed. por el IIA—UNAM. Méx. D.F.