Speluncam idolorum

…in quibus montanis quamplurimæ sunt, & innumerabiles speluncæ, & petrarum cauernæ, vbi Indi sua idola recondut, & venerantur.

… en dichas montañas hay innumerables cuevas, y cavernas entre piedras, donde adoran y esconden sus ídolos los indios.

Fragmento de la Cedula Real para que el Obispo de Yucatán castigue y extirpe la idolatría en el año de 1609.

Introducción

Del período virreinal mexicano (1,521 a 1,821 d. C.) sabemos por las crónicas de la época que grupos de indígenas utilizaron algunas cavernas y terrenos agrestes con la intención de conservar su antigua religión en un claro desafió al culto católico. Fue así como la cueva pasó a ser un refugio durante el proceso de extinción de las culturas mesoamericanas. Los rituales dentro de las cuevas eran el camino para proteger necesidades específicas que controlaban el mundo físico y social en crisis de esos campesinos desposeídos. Esos cultos, fueron rectores de la “casualidad” adversa a la comunidad indígena, los cuales no contenían un carácter público sino privado, y que políticamente daban cohesión a un grupo marginado y destinado a desaparecer.

En las Relaciones de Tlaxcala de Muñoz Camargo.

En las Relaciones de Tlaxcala de Muñoz Camargo, en el cuadro 12, encontramos esta imagen que nos ilustra sobre el tema que tratamos para el siglo XVI. Vemos en la parte inferior derecha a un "principal" en una cueva practicando un ritio; luego, el mismo personaje aparece ahorcado en la parte superior, al centro un fraile aleccionando a los indígenas de Tlaxcala, que observan la escena. Por debajo del cuadro se puede leer: "justicia que se hizo de un cacique de Tlaxcala porque había reincidido en ser idólatra; habiendo sido crsitiano, se había ido a unas cuevas a idolatrar".

La idolatría

El hecho real es que la Iglesia Católica durante el período colonial en la Nueva España ya no tenía que contender tan sólo con las desviaciones heréticas o las apostasías a que estaba acostumbrada en Europa, sino que se veía forzada a renovar su imaginación con las novedades que el Espíritu Maligno le presentaba para América, y es que para la Iglesia, el Diablo era el culpable de la idolatría entre los indígenas:

El resultado fue asombroso. La revelación los dejó fulminados: los indios seguían en poder del Diablo. Fingían adorar a Cristo, a la Virgen, a los Santos, pero adoraban al Demonio. Los ídolos estaban dentro de los altares, todas las imágenes encubrían a los diablos. El Demonio los había derrotado (Benítez, 1987: VII).

Aspecto de las Tinieblas según la visión europea del Renacimiento.

Aspecto de las Tinieblas según la visión europea del Renacimiento,
la alegoría se recrea en las cuevas y su fauna con murciélagos y serpientes.

Esta idolatría indígena es también descrita por fray Juan de Torquemada:

...de los religiosos... cuando pensaron que con estar quitada la idolatría de los templos principales del demonio, y con venir, algunos a la doctrina y bautismo, estaba hecho, hallaron que era mucho más lo que les quedaba por hacer y vencer, que lo vencido; Porque de noche mucha de esta gente idolátrica, como hijos de tinieblas, se convocaban y juntaban en partes secretas y hacían fiestas al demonio con muchos y diversos ritos como antiguamente acostumbraban, en especial cuando sembraban y cogían sus maíces. (Torquemada, 1976:99).

... los frailes les mandaron hacer muchas cruces y ponerlas en todas las encrucijadas y entradas de los pueblos y en algunos cerros altos, ellos también usando cautela diabólica, ponían sus ídolos debajo de la cruz o detrás de ella; y dando a entender que adoraban la cruz, no adoraban sino las figuras de los demonios que junto de ella tenían escondidas. (Torquemada, 1976:102).

Estos fragmentos, el primero del siglo XVII y el último del siglo XVI resumen el lamentable estado de la evangelización cristiana en la Nueva España. La conclusión era que había de iniciarse una nueva cruzada, pues la idolatría estaba presente aún entre los indios, y más todavía en los confinados espacios del territorio colonial: las montañas y las cavernas, el último reducto del culto mesoamericano.

Sustentaré esta propuesta para Internet con algunas citas del período extraídas de fuentes primarias y secundarias, con objeto de ilustrar la persecución a la idolatría en cuevas. La presentación comprende una aproximación cronológica.

El aspecto del demonio corresponde al imaginario de la cultura medieval.

El aspecto del demonio corresponde al imaginario de la cultura medieval.

Según Greenleaf (1985:84), la primera ejecución por idolatría en la Nueva España corresponde a un proceso de fray Martín de Valencia contra cuatro indígenas idólatras entre 1524 y 1525. Su crimen: haber adorado a los antiguos dioses. Se buscaba con el castigo un escarmiento para los indios. Opera prima de la violencia evangélica. Más tarde, Zumárraga, entra al escenario de la violencia con fines similares a los de Valencia. Él, estaba convencido de que la Iglesia necesitaba castigar a los indios por idolatría y por brujería, así que procedió contra unos 19 indios herejes durante su ministerio, siendo el más famoso caso el del cacique de Texcoco. El 30 de noviembre de 1539 el cacique don Carlos de Texcoco Ometochtzin, fue quemado por hereje. Por igual, el señor de Tehuantepec Cosijopi, que después de ser bautizado se llamó don Juan Cortés, quien fuera sorprendido por fray Bernardo de Sta. María como pontífice, haciendo ofrendas y sacrificios a sus antiguas deidades (Münch, 1982). Estos casos primigenios no tienen relación directa con las cuevas, pero ilustran la tensa situación ideológica del momento.

En los procesos de idolatría a los indios efectuados por Zumárraga, Greenleaf (1988) encontró una situación en donde no podían reconciliarse fácilmente el eclecticismo filosófico y la ortodoxia religiosa. El eramismo tenía que cederle paso al tomismo, y los patrones tradicionales de la cultura europea, que los humanistas cristianos trataban de evitar fueron sobrepuestos a las culturas indígenas. Lo que ocurrió fue una fusión de dos civilizaciones y el indianismo quedó justo abajo de la superficie en un dispositivo casual en el proceso de aculturación forzada.

Zumárraga inició una campaña contra la idolatría, sacrificio y superstición entre 1536 y 1540. Uno de los casos ya articulado a cavernas, es el de Tacatetl y de Tenixtetl, sacerdotes nativos en el actual estado de Hidalgo. Ambos eran acusados de idolatría a Tláloc, según los testigos Lorenzo de Suárez y Pedro de Borjas, Tecatetl y Tanixtetl preparaban a dos jóvenes para que fueran sacerdotes nativos, les habían hecho incisiones en las piernas y los habían hecho sangrar. Los muchachos habían llevado a Borjas a una cueva cercana al sitio ceremonial, donde encontraron nueve grandes ídolos y muchas máscaras de sacrificio. También declaró María, hija de Tecatetl afirmando que todos los jefes tenían ídolos ocultos, pero se rehusó a dar detalles. Al final los dos acusados no aceptaron abogados defensores e imploraron misericordia porque reconocían sus pecados (ibídem, pp. 66-67).

En la búsqueda de ídolos y procesos por idolatría el indio Tlilanci del pueblo de Izucar —hoy noreste de Puebla—, fue el siguiente procesado por sospechoso de ocultar ídolos. Tlilanci en 1539, admitió que había sacrificado a ocho muchachos a los dioses, pero dijo que después de la muerte de su padre había dejado sus obligaciones de sacerdote y que no tenía conocimiento de una cueva de ídolos o de ídolos ocultos en el templo de Izucar (ibídem, pág. 79).

El esfuerzo final de Zumárraga como inquisidor para descubrir ídolos ocultos fue la investigación al cacique Baltasar de Culoacán en 1539. Baltasar indicó que dieciséis años antes había llevado ídolos del templo de Huitzilopochtli a su pueblo por período de seis días y que después habían sido diseminados entre cuevas a lo largo de las provincias. Al parecer, un hijo de Moctezuma los había enviado y había supervisado su dispersión. Baltasar también dio vagos datos respecto a otras cuevas y a sitios de sacrificio en las provincias mexicanas, pero parece que no se efectuó ninguna otra acción en su contra.

Sello de la Inquisición Mexicana, siglo XVI.

Sello de la Inquisición Mexicana, siglo XVI.

En la Inquisición Indiana de Francisco Tello de Sandoval de 1544 a 1547 con más cautela que Zumárraga se realizaron por lo menos 14 investigaciones de herejía. Una de estas, describe el uso de cavernas para idolatría en la región del actual estado de Oaxaca:

Los informantes aseguraron a Maraver que el cacique y los nobles de Yanhuitlán practicaban regularmente la idolatría y hacían sacrificios incluso humanos. Efectuaban ofrendas con su sangre y su pelo, y sacrificaban pájaros y esclavos. Se emborrachaban durante las ceremonias, mientras invocaban al diablo y hacían sacrificios, lo que intensificaba las crueldades que cometían con los esclavos. Las ceremonias relacionadas con la cosecha del maíz y con la sequía, para propiciar al dios de la lluvia, las realizaban en cuevas en las montañas de la región de Suchitepeque, según los informantes de Maraver. Este dijo a Tello de Sandoval que sus evidencias mostraban que los nobles de Yanhuitlán hacían sacrificios humanos con indígenas cristianos. Se burlaban de los habitantes de los pueblos vecinos y los ridiculizaban por practicar el cristianismo. Maraver dijo que estas circunstancias eran un mal ejemplo para toda la región mixteca

En 1545 por la anterior denuncia fueron detenidos Don Francisco gobernador de Yanhuitlán, don Juan y don Domingo. Tello actuó débilmente, posiblemente por no cometer el mismo error que Zumárraga con el cacique de Texcoco. En las investigaciones de Yanhuitlán y otras similares de Coatlán y Cuaxtepec, el inquisidor no dictó sentencia contra los mixtecos tan sólo libertad bajo fianza no obstante las abundantes evidencias de paganismo presentadas. Otro caso similar es el de Tomás Tunatl, brujo y curandero ambulante. Hacía ofrendas con alimentos y plumas, sacrificaba animales en las cavernas de la región, y llevaba sus utensilios en un pequeño bulto que guardaba en las capillas de los ranchos de la región de Izucar. No hay constancia escrita que Tello de Sandoval ordenara continuar el proceso de Tunatl (Greenleaf, 1985:85-88).

En octubre de 1544, la Inquisición abrió un proceso en contra del cacique de Etlatongo, sus principales y sacerdotes indígenas, quienes fueron castigados para ejemplo de todo el obispado, por los delitos de herejía, apostasía, idolatría y superstición. El cacique fue encarcelado en la Ciudad de México en los separos del Tribunal de la Inquisición, y duró preso hasta 1546 en que su fiador se hizo cargo de él oficialmente. Münch (1982) hace una cita textual de este hecho basado en el Archivo de la Nación, Ramo de Inquisición, 1544, v.37, exp. 5, f.1-30:

En el pueblo de Etlatongo que es la Mixteca, martes a 14 días del mes de octubre del año de 1544... Dijo que don Domingo cacique, don Francisco gobernador y don Juan que antes se decía Xristobal... con poco temor de Dios Nuestro Señor y en gran menosprecio de la Ley Evangélica, siendo los susodichos bautizados e de muchos años a esta parte doctrinados en las cosas de nuestra Santa Fe Católica por religiosos de Santo Domingo... los susodichos y cada uno de ellos con obstinación diabólica e animo del mismo demonio... muchas veces han apostado e al presente apostan... teniendo casas e cuevas de ellos y sus papas y guardas, que echan las fiestas de los dichos demonios e ofreciéndoles sacrificios de sangre de sus mismas personas, cabellos, mantas, copal, plumas, piedras y otras cosas y en sus dichas fiestas han hecho sus borracheras e invocaciones públicas e ayuntamientos y en ellas han muerto muchas personas esclavos y macehuales.

Otro caso lo tenemos en la región de Cajonos —hoy noreste de Oaxaca— en 1570, en el pueblo de Taba fray Pedro Guerrero fundaba Villa Alta, ahí se encontró con gran idolatría por lo que castigó severamente a un sacerdote indígena, quien fingiéndose muerto, iba a dejarse enterrar vivo. Posteriormente el sacerdote viéndose humillado se ahorcó en la cueva de Taba. Las autoridades trajeron al pueblo el cadáver, junto con los ídolos y un plato de piedra verde finamente bruñido, donde ofrecía la sangre de las penitencias a sus dioses.

Procesión de disciplinantes por las calles de la Nueva España.

Procesión de disciplinantes por las calles de la Nueva España.

La zona maya durante el siglo XVI fue un verdadero mare magnun de idolatría subterránea. No obstante, algunos de los procesos fueron más un abuso de la Iglesia contra los indios para someterlos y robarlos que un seguimiento evangélico. Así queda expuesto en una carta que Diego Rodríguez Bibanco (1981:393) defensor de los indios en Yucatán enviara a Felipe II en 1563, para que expulsara de las Indias a los frailes de la orden de San Francisco por aberraciones cometidas:

... cada uno por sí an hecho desatinos é castigos en estos yndios, nunca oidos en todas las Yndias, so color y diziendo que eran y estauan ydolatras... pidieron auxilio Real al alcalde mayor de estas provinçias, que es el doctor Diego Quixada, á quien V.M. enbió a ellas puede auer dos años poco más o menos, el qual ynconsiderablemente, y como ombre liviano de poco juiçio y prudençia, les dió juezes legos con poderes bastantes para que executasen todo lo que los frayles les mandasen: esto sin ver proceso ny culpa que oviese en los yndios, por donde pudiera dar el auxilio Real, sino por sola la relaçion de los frayles ydiotas, que en algunos dellos no saben leer. Y así, con el poder que ellos dezian que tenian como juezes apostolicos y con el que vuestra justiçia mayor les dió, començaron el negoçio con gran riguridad é atroçidad, poniendo los yndios en grandes tormentos de cordeles é agua, y colgandolos en alto á manera de tormento de garrucha con piedras de dos y tres arrovas á los pies, y alli colgados dandoles muchos açotes, hasta que les corria á muchos de ellos sangre por las espaldas y piernas hasta el suelo; y sobre esto los pringavan, como se acostumbran hazer á negros esclauos, con candelas de çera ençendidas é derritiendo sobre sus carnes la çera dellas; y todo lo dicho sin preçeder ynformaçion, antes para hazerla y buscar las culpas, les pareçió que este era modo muy açertado, y que por él sabrian la verdad de lo que pretendian saber. Y los pobres yndios, flacos y miserables, biendose tan afflixidos y maltratados, medrosos y desatinados de los dichos tormentos, estándo ellos mesmos conffesaron desatinos, cosas que no auian hecho ni pensado hazer, diziendo que eran ydolatras, y que tenian cantidad de ydolos, y que auian sacrificado muchas personas vmanas, y hecho otras muy grandes crueldades; siendo todo mentira y falsedad é dicho de miedo y por la afliçion que se les hazia. Y así traxeron mucha cantidad de ydolos de los que solian tener en su gentilidad, que los tenian en ydiffiçios antiguos y montes y cuevas ya dexados é olvidados... luego los tresquilavan, açotauan y penitençiavan, generalmente á todos los de vn pueblo á donde andavan, y á algunos particulares, espeçial señores caçiques y prinçipales, condenauan á seruiçios de diez años más y menos y les echauan sanbenitos y desterravan de sus señorios y pueblos y los ponian en la serbidunbre de esclauos, y por tales eran tenidos, é á todos en general les condenauan en pena de dineros, á dos y tres y más ducados, y á los comunes á dos y quatro reales, de donde recoxieron y sacaron gran cantidad de moneda...

Cuatro años después, la situación en Yucatán no se había modificado: el tormento, la muerte y el robo cometido por la Iglesia era vigente, así lo hacen saber don Francisco de Montejoxio gobernador de la provincia de Mani, Juan Pacab gobernador de Mona, Jorge Xin gobernador de Panaboren y Francisco Pacab gobernador de Texul:

Y si ydolos hallaron o hallamos nosotros, los sacamos de las sepulturas de nuestros antepasados, para dar á los religiosos, porque nos los mandauan traer, diziendo que auiamos dicho en los tormentos que los teniamos... Y si V.M. se quiere ynformar desto, embie persona tal que lo auerigue, y verse a nuestra ynocençia y la gran crueldad de los padres; y si el obispo no viniera, todos fueramos acabados. Y porque, aunque queremos bien á Fray Diego de Landa y á los demas padres que nos atormentaron, solamente oyrlos nombrar, se nos rebueluen las entrañas... (Montejoxio et al., 1981:407).

Pregonero anunciando sentencia, Nueva España, siglo XVII.

Pregonero anunciando sentencia, Nueva España, siglo XVII.

Del pueblo de Suchiapa, en el actual estado de Chiapas, contamos con el testimonio del obispo de Chiapa fray Pedro de Feria contra indios idólatras, que aún después de treinta años de cristianizados para 1584 continuaban en prácticas paganas (Navarrete, 1974:29 y Feria, 1987:485-491):

...habia una cofradia de 12 indios que se intitulaban los 12 apostoles, y que estos salían de noche, y andaban de cerro en cerro, y de cueva en cueva, y hacían sus juntas, y consultas, donde debaxo, y so color de religion cristiana, y que tenian consigo dos mugeres, á la una llamaban Santa Maria, y á la otra Magdalena con las cuales usaban muchas tropedades, hacen ciertas ceremonias diciendo que con ellas se trocaban, y hacían otros, y otras, y se espiritualizaban, y se convertían en Dioses, y las mugeres en Diosas, y que ellas como Diosas habían de llevar y enviar los temporales, y dar muchas riquezas á quien quisiesen y que tenían otras muchas supersticiones, y vanidades que parece frizar con la secta de los alumbrados.

Seguidamente se denuncia a Juan Atonal, uno de los principales indios del pueblo, con más de cuarenta años de bautizado y treinta que se confiesa y comulga a quien se le acusa de idólatra y hereje, por amancebado público y cabeza de los “12 apóstoles”. Posteriormente se comisionó a un sacerdote que tenía a cargo la visita de Suchiapa para que averiguara la denuncia. Después de recabar información sobre ceremonias antiguas se trasladó a una cueva en donde encontró un ídolo:

...de los más principales que aquella nación chiapaneca tenía su infidelidad... y también hallaron señales de sacrificios recientes... (Navarrete, 1974).

Los anteriores relatos pueden sustentarse arqueológicamente en la región con las cuevas de El Chorreadero, en Chiapa de Corzo, de cuyo interior brota un río y en donde se encontraron ofrendas de vasijas y vasos con la efigie de Tláloc, y la cueva de Minanuca, en la subida de Chiapa a Ixtapa, donde hay tiestos del Preclásico Tardío, además de ritual contemporáneo (ibídem, pág. 36).

El Chorreadadero, Chiapa de Corzo en la actualidad.

El Chorreadadero, Chiapa de Corzo en la actualidad.

En un texto fechado en 1597, se exhibe un documento facsímil de 1836 de los antiguos chiapanecas sobre idolatría en cavernas (ibídem):

Preguntados sobre sus ídolos i dioses los declarantes dixeron no saber nada dellos ni saber en nombre de ninguno, pero que sabian por los viejos que tenian uno sólo que era el sol i otros como sus criados en los cerros i cuevas i sementeras; que no tienen ídolos pues ya fueron rotos dos veces antes por los Padres del Santo Domingo i Ciudad Real i que por eso sólo celebran de nombre en la cueva que esta sobre la subida a Ciudad Real i otras viendo a Alcala i otras mas donde el río se cierra. Declaran que cuando la pasada enfermedad los dichos declarantes... confesaron a todo el calpul de San Miguel i los ramearon diciendo que por sus muchos pecados les vienen males i por no asser sacrificios ni cumplir con las ofrendas; que luego de la confession llevaron a varios vecinos a la cueva grande subida a Eztapa (Ixtapa) i bañaron a los dichos escogidos en el agua que brota de la cueva donde sacrificaron gallinas i dexaron ofrenda de comida i aderessaron un altar con una calavera que los declarantes dixen haber guardado cerca de tres años i que hoy guardan en Suchiapan (Suchiapa), pero no saben en manos de quien este, pero que la pasan entre los principales desde quel declarante era niño i que sele asse ceremonia cada año con mucha concurrencia de vecinos naturales de Chiapa i de otras ...declaran también que despues del baño se emborrachan pidiendo a los dueños del mays i las tierras donde assen sus sementeras; y que con esto los dichos dueños suelen ser agradecidos.

Declaran que asegun el tiempo offrecen sacrificios al trueno, la lluvia i rio que pasa enfrente i assen fiesta con tabaco i borrachera que dura tres dias que cuenta con todos los naturales deste pueblo; que ponen ofrenda de comida con calabazas i telas que assen de proposito. Preguntados sobre cuales son los dioses ídolos deste pueblo i que fiestas usan con ellos, dixeron que no saben dellos pero que han oido decir que algunos naturales ancianos suben al cerro donde esta la cueva grande i que alli acostumbran parar varios dias para celebrar ayunos cuando llueve i tambien cuando es buena cosecha que entonces celebran con hartasgo; que no han adorado ningun idolo i menos aun con otros naturales; que de las fiestas sólo han oido de ellas, que el dicho Don Francisco Sandobal Cumpi asistia cosa de veinte años pero que ya no asiste i que apenas se acuerda dellas; que ya no practica... que al sol i al rayo i a un ídolo que tenían donde esta el cerro por donde entra el rio grande (resumidero) le bailaban i le assian hartazgas i bebidas, pero desde que un Padre lo rompio son pocos los que llegan adonde estaba el dicho dios que llamaban Nadanda, pero que de esto sólo de oidas tiene noticia; que el no lo hace porque su officio i el de su muger no es de hechicero sino curandero i que por estar viejo ya se olvido como assian dichas costumbres. Lo mismo contesto Maria Nauti que dixo su officio cura con yerbas i baños pero ignora las hechicerias que le preguntan.

Preguntados sobre cuales son los hechiceros que mandan, dixeron no sabello pero de oidas tienen conocimientos que algunos principales assen cosa de naguales como se dice entre los naturales de Chiapa por ser cosa de cambiarse en animales o parecido por ser en las cuevas donde se esconden i que a estos principales se les tiene miedo i se les respeta; que no conocen a ninguno i sólo lo saben de oidas. En el dicho pueblo de Chiapa, en diez dias del mes de habril de mill quinientos noventa i siete, el mismo dicho prior mando pasar a los declarantes, i antemi, el presente Notario fueron exigidos de dar fee de verdad de lo que declararon de las fiestas i ceremonias e idolatrias i que assimismo exivan sus idolos i demas cossas si las tiene para que se consuman i queme pues sólo sirve para mal uso, lo cual assi hagan en virtud de Sancta obediencia so pena de carcel i trasquilado publico; i anssi lo proveyo i firmo Bartolome Rodriguez, Notario.

Los siguientes dos casos representan la lucha indígena contra una sociedad en crisis ideológica, ahí la actividad insurgente es la respuesta política, utilizando a la caverna como refugio táctico:

Hace poco, el año de 1585, cierto indio de los nobles del pueblo de Sotuta, llamado Cocom, gran idólatra y dogmatizante, fue ahorcado (Sánchez de Aguilar, 1987:97).

Antes de su ejecución por idólatra, fue condenado a los trabajos de construcción del presidio de San Juan de Ulua, en donde estuvo preso; tiempo después fue liberado por unos marinos, y en la provincia de Campeche se rebeló:

Allí intentó una conspiración, se hizo proclamar rey, ordenó se le hicieran colectas y tributos, preparó muchas armas, hizo incontables aljabas y flechas, guardándolas en las cuevas para su debido tiempo...

Igualmente en 1597 otro indio llamado Andrés Chi, si no me engaño del mismo pueblo de Sotuta fue ajusticiado, quien incitaba á los demás para que fueran á los montes de su Provincia y venerarán a los ídolos, figiéndose otro Moises... (Sánchez de Aguilar, 1987:97).

Una sociedad sectaria a partir de castas era la virreinal en la Nueva España

Una sociedad sectaria a partir de castas era la virreinal en la Nueva España, siglos XVI al XIX.

La resistencia indígena tuvo resultados eficaces al ocultarse en cavernas, una cita de Ricard (1986:399) así lo demuestra:

En Coaixtlahuaca (Oaxaca), un caudillo indio, conocedor del sitio de una cueva llena de ídolos, desapareció misteriosamente, y por mucho que hicieron los dominicos no lograron dar ni con el indio ni con la cueva.

Continuando con la exposición cronológica sobre la idolatría indígena en cavernas tenemos para finales del siglo XVI en Valladolid, Yucatán, una situación que alteró la vida pública de los colonos hispanos, se aseguraba en aquel entonces que por las noches se escuchaban las voces de un fantasma por la ciudad, posteriormente cuando el fenómeno se percibió en el área rural se pensó que era provocado por los muchos hechiceros e idólatras que había en la región (Sánchez de Aguilar, 1987:82), esta cita ilustra lo acontecido:

—Sobre los sonidos espectrales de Valladolid— ... todos lo atribuian a los muchos hechizeros, encantadores, y idolatras destos tiempos, lo qual no dexa de tener fundamento, y sospecha verisimil. E yo tuue preso a vno natural del pueblo de Tecoc, gran idolatra encantador, que encantaua, y cogia con la mano vna vibora, o culebra de cascabel con ciertas palabras de la gentilidad, que escriui por curiosidad, que nos son dignas de papel y tinta —ne fortè— basta dezir que en ellos se inuoca al demonio, y Principe de las tinieblas y cauernas.

Aún que la cita no menciona una caverna en especial, si deja ver al demonio como el príncipe de las tinieblas y las cavernas. Pero espantos y sonidos espectrales venidos de las cuevas no sólo son descritos para Valladolid, en la relación de Pérez de Ribas (1944, III: 263, cit. por Heyden 1976:21) el exorcismo es el último remedio contra este mal de ultratumba:

En un pueblo se oyeron de noche unas voces lastimosas que pedían socorro, de un indio que era violentamente arrastrado al monte de una mano invisible. Siguiéronle, y con ellos dos padres, hasta una quebrada llena de concavidades y rocas tejidas, que aún de día ponían horror de verlas. Encontraron al indio sin señal alguna de vida, hasta que después de largo rato volvió en sí y pidió bautismo, que se le concedió como a otros cientos. Con esta ocasión hallaron allí muchos sepulcros llenos de cabezas y huesos humanos, que los indios cubrían con muchas piedras por que no se les apareciesen sus muertos. Se hizo solemne procesión a la dicha cueva, y hechos allí los exorcismos y bendiciones de la iglesia, se dijo misa y colocó una cruz en el mismo lugar. y después acá han cesado los espantos y representaciones con que allí los engañaba el demonio.

En otra relación de la región pero ahora ya del siglo XVII, un descubrimiento fortuito demuestra la idolatría de indios en el poblado de Tixozuc, Yucatán:

... que en dicho pueblo de Tixoçuc ha sido tocado por este delito: adonde el Beneficiado de alli Francisco Ruiz Salgado saco muchos idolos de vna cueua, que esta en el mismo pueblo en año de 1605, la qual descubrio un mancebo Español llamado Ioseph Cansino andando a caça de conejos, e iguanas, topo con dicha cueua de idolos, y dio noticia al Cura; y viendo los Indios que su delito era publico, temiendo el Castigo huyeron a los montes casi los mas de ellos...

En suma, toda la zona maya guarda al interior de sus espeluncas a la idolatría. Sánchez de Aguilar (1987:36) enseña este comportamiento:

...en dichas montañas hay innumerables cuevas, y cavernas entre piedras, donde adoran y esconden sus ídolos los indios; de manera que cualquiera de ellos, con motivo de ir a sus sementeras... se detienen en dichos montes... Para sus ritos y ceremonias...

A lo largo de este ensayo se ha intentado por medio de las fuentes coloniales ilustrar el ritual indígena en las cavernas. El lector guardará las precauciones pertinentes que corresponden a las descripciones propias de una guerra del pensamiento religioso. Complementan esta respuesta las siguientes citas, la primera ilustra la bebida ritual en la zona maya y la segunda las ofrendas realizadas por los zapotecas en un momento ya tardío:

...los hombres tomaban sus bebidas llamadas Balanche, adoraban a los ídolos en sus casas, cavernas y cuevas, los llevaban procesionalmente en hombros como se descubrió en la provincia de Bacalar —hoy Quintana Roo—, y yo muchísimas veces los aprehendí estando en 1606 con el cargo de Vicario Provincial en la Villa de Valladolid... La bebida es elaborada a partir de una raíz... (ibídem, pág. 34).

El 14 de septiembre de 1700, en San Francisco Cajonos —Oaxaca—, fueron sorprendidos celebrando una mayordomía a Yactao —dios principal del pueblo— un sacerdote indígena o “maestro de idolatría” José Flores, los oficiales de república, los principales y gente de varios pueblos circunvecinos. Las autoridades militares y religiosas encontraron una venada, aves y otros animales sacrificados. También hallaron ofrendas de papel salpicado con sangre, sahumerios de copal, abundante comida y bebida. Surgió un conflicto religioso, a consecuencia del cual murieron dos fiscales católicos. Posteriormente, los alcaldes, regidores y principales de los diferentes pueblos acordaron dar muerte a los delatores en el monte de Yavesa. Los indígenas degollaron a los fiscales, bebieron su sangre, dieron de comer sus corazones a los perros y quemaron sus cuerpos. El suceso culminó con la ejecución de quince indígenas en la forma ordinaria de muerte a garrote y a otros más diversas penas, algunas personas fueron azotadas, encarceladas o desterradas por las autoridades virreinales. En los documentos se mencionan numerosos elementos rituales: cajas de madera, petacas de palma, papel salpicado con la sangre de autosacrificios y la de animales, paquetes de papel amarrados con palmas de colores, plumas verdes y coloradas, ramas de ocote ensangrentadas, hojas de maíz, marañas de pelos de los niños sacrificados, algodón, cabezas de pájaros, leznas —sic—, polvos de yerbas, guajes, oraciones cristianas, paños de manta, pájaros con heno, piedras brillantes, mazorcas de maíz envueltas en papel, caracoles, ídolos, chile, chía, frijol, pepitas de calabaza, pedazos de carbón, trapos de colores. También se mencionan los guiaquiaj yajtal, “cabezas de los buelos”, linajes de antepasados, o códices. Las ceremonias las hacían en las casas de los mayordomos, o en cuevas, o en cimas de los cerros o junto a los ríos. Las comidas rituales incluían bauchis, tortillas cuadradas de maíz con un agujero en medio, las cuales significaban el centro de la tierra, el corazón del monte; en ocasiones las hacían triangulares o redondas. Los tamales se hacían con la carne de los sacrificios (Münch, 1982:196‑197 y 1983).

Al final de cuentas podríamos decir que tal vez no fue la Inquisición y la Encomienda un extravío de la Iglesia, o de España, sino una categoría de un tiempo y una realidad que así se vivía. Como diría Icazbalceta “un misionero no es un anticuario”. La mente de esos católicos era muy diferente a la nuestra, vivían en otra realidad, no los justifico, tan sólo trato de entender. Su conciencia social puede resumirse en la siguiente cita:

En todo tiempo a procurado Satanás vsurpar la reverençia y adoraçion que a nuestro señor Dios berdadero se le deue, procurandola para si, atribuyendose las cosas criadas y pidiendo que por ellas el hombre le haga reconocimiento, y así en los tiempos pasados como en los presentes a tenido y tiene que la haga sacrificios en onor de los benefiçios que el hombre reciue de Dios nuestro señor los cuales atribuye a si... (Ponce, 1987:5).

Goya ilustra una cárcel de la inquisición española.

Goya ilustra una cárcel de la inquisición española.

Conclusiones

Tal parece que el cristianismo que profesan los indígenas de ayer y hoy es muy simple, basta con ir a misa, confesarse, tomar parte en las fiestas, danzas y bailes populares. ¿Pero, esto no es acaso una concepción simplista, estrecha, y no completa, y por lo mismo peligrosa de ser católico? Este paradigma nos conduce a la Teoría de la Religión Mixta de Ricard (1986:406-407) en donde la fórmula a resolver sería: la supervivencia del paganismo en el catolicismo, o bien, la supervivencia del paganismo al lado del catolicismo. La devoción indígena se encuentra en confusión, en una mala inteligencia que la aleja de la ortodoxia y del dogma, en un continuo proceso donde la escasa noción que se tiene de Dios obedece a un inadecuado desarrollo de la evangelización, que conduce a interpretaciones equivocadas del santoral y del ritual en lo que parece para los fines de este ensayo en una satánica parodia inventada por el demonio para mantener a los indios en su error y estorbar su ingreso a la verdadera religión. Persuadidos los indios por la nueva Fe, ya por fuerza, o por convicción, los cultos de antaño se mantuvieron en una táctica de sustitución, donde el fervor a los santuarios desde el pasado y hasta el presente, es su apoteosis.

Definitivamente, esos indios, hoy la mayoría mestizos, en su paganismo al lado del catolicismo son la evidencia de la batalla nunca ganada por la evangelización contra la idolatría en México.

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