Ajusco (Axochco)

En el agua que brota

Altitud: 3930 m/nm
Ubicación: φ 19° 12´ 24.4” – λ 99° 15´ 28.8” (cima)
Arqueología: 5 sitios registrados
Entidad: Distrito Federal
Decreto: 23 de septiembre de 1936, parque nacional
Superficie: 920 hectáreas

Ajusco es una corrupción del vocablo náhuatl axochco, atl agua, y xochtli, brotar, significa: "En el agua que brota".

Geología

La montaña en su porción alta se compone de andesitas; el mesomonte por su parte, es una unidad de litología dividida formado por derrames andesítico–dacíticos en su parte baja que se va modificando en composición hacia el oriente, hasta llegar a alcanzar características dacíticas y, en algunos casos, hasta riodacitas en cuerpos lenticulares de tipo ignimbrítico. El edificio emerge hace 4 millones de años entre el Mioceno tardío y el Plioceno, aunque en su falda sureste se aprecian brechas andesíticas correspondientes al grupo de rocas volcánicas del Terciario medio con más de 20 millones de años de antigüedad. El Ajusco es más antiguo que el Popocatépetl, lo que comprueba su avanzada erosión. Orográficamente es un monte aislado de 1700 m de altura sobre el nivel medio de la cuenca de México. El trazo de su base es casi circular alcanzando un diámetro promedio de 9 km. Parte de su litología es muy semejante a la de algunos picos de la Sierra de las Cruces, como el Cerro de las Palmas; y el Monte Tláloc en la Sierra de Río Frío. Las aguas de la serranía del Ajusco se infiltran en el subsuelo y aparecen en el somonte, y en los manantiales de agua dulce en Xochimilco o sulfurosas al pie de Xico.

Arqueología

Al sur de la cuenca de México, una montaña de mediana altura (3930 m/nm) delimita la cuenca y corona el paisaje, eventualmente cubre sus cimas de blanco por nevadas invernales. Inexplicablemente ha sido objeto de escasa investigación, la literatura sobre la montaña es exigua no obstante su importancia ecológica y arqueológica, pues este macizo ha sido objeto de importantes ofrendas prehispánicas y contemporáneas en su cumbre, posiblemente albergó un ayauhcalli en su cima mayor como lo demuestra la evidencia arqueológica. A lo largo del cresterio que conforma la dentada cima hemos hallado diseminados fragmentos de cerámica y obsidiana resultado de la única prospección que realizamos en 1995.

Ladera norte del Ajusco con sus sitios arqueológicos

Ladera norte del Ajusco con sus sitios arqueológicos

El comportamiento locacional de los sitios de montaña en el Ajusco apunta a la preeminencia de un solo lugar, la cima mayor: el Ehecacalco (AJ-03). Ausente de un paisaje dominante de toda la cuenca de México y apenas por arriba de la cima sur nos conduce a que AJ-03 fue el foco de atención de las comunidades asentadas en sus alrededores. Era la montaña de los habitantes del sur de la cuenca, su importancia estaba circunscrita a comunidades próximas y bien delimitadas, porque no la encontramos documentada en obras más generales sobre la región como códices o crónicas del siglo XVI, lo que parece contraponerse a su rica evidencia arqueológica, que por mucho, a manera de ejemplo, es más notable que la de La Malinche en su cima (MA-01). Es posible que la omisión histórica responda también a fines políticos. A las contradicciones que se generaban con otras entidades, porque desde el espacio ritual de la cumbre se expresaba el poder a través de la distribución simbólica de la riqueza, como ha prevalecido hasta el siglo XX con la manipulación que se hacía de la escultura del “Cuartillo” como veremos más adelante.

Registro de sitios arqueológicos para el Ajusco (Montero, 2009) Registro de sitios arqueológicos para el Ajusco (Montero, 2009)

Registro de sitios arqueológicos para el Ajusco (Montero, 2009)

Actualmente en el atrio de la iglesia de Santo Tomás Ajusco, se encuentra una escultura a la que coloquialmente llaman “El Cuartillo”, es una piedra labrada con representaciones de mazorcas de maíz con jilotes en cada una de sus caras elaborada posiblemente durante el Posclásico tardío. Este monolito se encontraba por encima de “La Troje”, una piedra en forma de granero, de la cual la diosa del maíz hizo brotar plantas. Antes de ser bajado “El Cuartillo”, los feligreses subían a la cumbre (AJ-03) en los meses que antecedían a la temporada de lluvias, dejando allá ofrendas de comida a la que denominaban tlacahuilli para obtener buenas cosechas. Las procesiones provenían del pueblo del Ajusco, del estado de Morelos, y de Xochimilco. El ritual consistía en abrir la puerta de una choza en miniatura que se asentaba por arriba de “El Cuartillo”. La finalidad era orientar la puerta hacia sus propios poblados; al quedar la puerta dirigida hacia sus pueblos, obtenían buenas cosechas. Si otra localidad llegaba después de que alguien hubiera hecho la orientación, ya no se podía mover la puerta. Para mediados del siglo XX la ceremonia se reduce a una misa.

De la misma cima proviene un ídolo de Tláloc hallado por Altamira en la década de 1970. Los elementos escultóricos del “Cuartillo“ asociadas a su vez con las deidades del maíz y la fertilidad de la tierra. La cima del Ajusco es un espacio de uso múltiple y polisémico que destaca elementos geográficos significantes para el ritual que también mantiene posibilidades para delimitar un calendario de horizonte, porque la Sierra Nevada al este le permite vastedad de cimas conspicuas; por ejemplo, el Sol sale para el día de paso cenital entre las cumbres del Monte Tláloc (SRF-01) y el cerro Telapon (SRF-02) según los cálculos de esta investigación.

Esculturas provenientes de la cima del Ajusco

Esculturas provenientes de la cima del Ajusco (sitio AJ-03), destaca en la imagen de la derecha el tlaquechpányotl,
abanico de papel que llevan algunos ídolos en la nuca y que es un atributo de las deidades de los cerros, la lluvia y el agua entre los mexica.

Los cultos se mantuvieron durante el virreinato de manera subalterna como lo describen el presbítero Cayetano Cabrera (1746) y fray Antonio de la Rosa (1776), al evidenciar la ceremonia de iniciación del “juego del volador” que se practicaba en una cueva, donde había gran cantidad de ídolos de antaño. Aún para el siglo XX, refiere A. Robles la cueva estaba activa como lugar de rito de los graniceros. Además de la cueva, se menciona entre los informantes de Robles, la existencia de una puerta, un espacio liminar entre el área secular y la espiritual, la puerta se encontraba al interior de la dicha cueva, o también en el monte. Ahí pedían los campesinos riquezas, muy a la tradición mesoamericana cuando los indígenas hacían peticiones al “Dueño del monte o Señor de los animales”.

Hoy en día resaltan las tradiciones de petición de lluvia, control del clima y cura del “aire” en la región, porque se dice que los maestros en el manejo del temporal eran los residentes del Ajusco, ellos instruían en la porción sur de la cuenca de México. Su conocimiento se extendía también al manejo terapéutico de plantas, raíces y hongos como el venenoso nicoaninanacatl.

Para los habitantes del somonte, el Ajusco es la representación de una mujer, es un símbolo de fertilidad, es “un brazo de mar”, es el agua que aún fluye de la montaña.

Restos de una antigua estructura

Restos de una antigua estructura o ayauhcalli en la cima sur del Ajusco a 3930m/nm. Sitio Ehecacalco (AJ-03).