Marcadores del horizonte

Las altas montañas como marcadores para calendarios de horizonte

El trazo ortogonal norte-sur del Eje Volcánico Transversal Mexicano en su trayectoria del Océano Pacífico al Golfo de México permitió el aprovechamiento del horizonte definido por los picos conspicuos del plano visual para señalar el paso del tiempo según los juicios temporales de las sociedades de antaño, en lo que ha venido definiéndose como calendarios solares de horizonte. En la literatura especializada ya ha quedado demostrada la importancia de los alineamientos de algunos centros ceremoniales como Cholula, Xochicalco, Templo Mayor y Teotenango, con las altas montañas para marcar fechas específicas del calendario ritual, así como los días de solsticios, equinoccios y pasos cenitales.

Aspecto parcial del Eje Volcánico Transversal Mexicano

Aspecto parcial del Eje Volcánico Transversal Mexicano destacando algunas de sus principales cimas.

Así pues, la irregularidad del horizonte permitió optar por señalamientos en el paisaje como base de orientación temporal. Desde ciertos puntos de observación como lo eran las pirámides y otros emplazamientos arquitectónicos como los tetzacualco las comunidades construyeron unidades objetivas a parir de las cuales unificaban sus conceptos en torno al tiempo. Las cimas de las montañas se utilizaron para registrar fechas relevantes. Así tenemos que desde Xochicalco, el Sol para el día de paso cenital aparece sobre el Popocatépetl, ese mismo día desde el sitio NT-03, el Sol sale entre los Picos Heilprin Norte y Sur, en el Nevado de Toluca, que se presenta en la liga sobre el paso cenital del Sol. Rubén Morante, por su parte demuestra la alineación entre el Monte Tláloc y La Malinche para los nemontemi durante el mes de febrero; Carmen Aguilera, Jesús Galindo y Arturo Montero, comprueban la importancia del cerro el Papayo para Cuicuilco durante el equinoccio medio, Tenochtitlan para el mes de febrero, y el Tepeyac para el solsticio de invierno. Otro ejemplo es el del cerro de Chapultepec, que desde el Aposento de Moctezuma, mira la salida del Sol para el equinoccio sobre el Monte Tláloc. Otro ejemplo lo tenemos durante el equinoccio desde el Monolito de Amecameca con la salida del Sol sobre el cerro El Venacho, este sitio merece especial atención porque en la piedra se grabaron motivos que destacan el calendario y el culto a Xipe Totec para el mes de Tlacaxipehualiztli, así como la observación del planeta Venus.

Realizando mediciones sobre el Monolito de Amecameca

Realizando mediciones sobre el Monolito de Amecameca, al somonte del Popocatépetl e Iztaccíhuatl.
Desde este sitio se contempla la salida del Sol sobre el Cerro Venacho para el equinoccio, esto demuestra que el monolito era un observatorio de astronomía solar.
Actualmente recibe visitas por grupos de la mexicanidad quienes realizan una ceremonia al amanecer del solsticio de invierno.

Aplicación del Modelo virtual con una panorámica de 105°

Aplicación del Modelo virtual con una panorámica de 105° de arco que corresponde al arco solar del oriente para el sitio arqueológico Monolito de Amecameca.

Es probable que existiera una constante en la alineación de sitios prominentes de alta montaña con referencia a la salida del Sol para los días de paso cenital. En el Ajusco, el sitio AJ-01 está alineado entre las cimas del cerro Telapon y el Monte Tláloc; en el Popocatépetl, el sitio PO-01 con la cima de La Malinche; y desde La Malinche, el sitio MA-01 al norte de la cima del Cofre de Perote. Es relevante el hecho de que en algunos de estos emplazamientos hay estructura arquitectónica, lo cual puede ser un buen indicador de su calidad como observatorios solares. Durante los días cenitales o de ascio, el Sol está más alto, pues no proyecta sombra lateral al medio día, este hecho pudo ser aprovechado para ajustar el calendario indígena respecto a los años bisiestos como lo afirma Rubén Morante. La fecha en que podemos contemplar este fenómeno varía de lugar en lugar dada la latitud del sitio de observación.

Veamos un ejemplo elaborado con un sistema digital, en donde los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl sirven como marcador de horizonte para registrar fechas específicas para la pirámide de Cholula.

Recreación virtual del horizonte conspicuo que corresponde a la vista poniente de la pirámide de Cholula:
Montaña Distancia (km) Rumbo Elevación Fecha
A. Popocatépetl, 5465 m/nm 34.50 263° 30´ 5° 24´ 09 de marzo y 03 de octubre
B. Ventorrillo, 5000 m/nm 34.88 265° 00´ 4° 35´ 12 de marzo y 30 de sept.
C. Tlamacas, 4020 m/nm 34.35 271° 36´ 3° 06´ 26 de marzo y 16 de sept.
D. Cerro Gordo, 3780 m/nm 32.32 278° 36´ 2° 46´ 12 de abril y 29 de agosto
E. Iztaccíhuatl (Pies), 4710 m/nm 36.19 285° 36´ 3º 57´ 3 de mayo y 08 de agosto
F. Iztaccíhuatl (Rodillas), 5040 m/nm 37.06 288° 06´ 4° 22´ 14 de mayo y 29 de julio
G. Iztaccíhuatl (Pecho), 5230 m/nm 38.01 290° 12´ 4° 33´ 22 de mayo y 20 de julio
H. Teyotl, 4660 m/nm 38.83 293° 24´ 3° 36´ 21 de junio
Los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhual

Los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhual y las diferentes posiciones que ocupa el Sol en su puesta durante un año.

El horizonte definido por los picos conspicuos permitió señalamientos para el paso del tiempo con sus propios juicios temporales. Se construyó el tiempo a través del espacio geográfico, de tal suerte que el tiempo y el espacio se hicieron inseparables en la cosmovisión mesoamericana.

Las unidades temporales del calendario forman así una secuencia lógica ajustada a ciclos astronómicos. La astronomía proporciona unidades de tiempo homogéneas y continuas, es posible entonces medir el tiempo con precisión. Con las observaciones astronómicas no sólo se logró medir el transcurso del tiempo, sino que se alcanzó un destacado grado de eficiencia. Pero esta obsesión por el tiempo en Mesoamérica no significo necesariamente una exactitud extraordinaria. Era una astronomía posicional que carecía de geometría y ecuaciones, pero que llegó a modelos eficientes utilizando herramientas como la astronomía cenital nocturna, el uso del nomon, y una teoría lunar que les permitía conocimientos sobre los eclipses.

Desde el Preclásico se seguía un sistema práctico de seguimiento del tiempo. La posibilidad de estudiar ese concepto desde los espacios arquitectónicos en donde convergían las estructuras o desde los adoratorios de montaña es una herramienta conceptual útil, que nos permite analizar la forma de vida de antaño.

Es así como la alta montaña guarda una estrecha relación con el paisaje, determinando alineaciones y conformando una cosmovisión que articulaba todo: a la naturaleza, al hombre, a los dioses y a los cuerpos de la bóveda celeste. Todos eran una y la misma cosa en su vínculo con el orden del universo a través del calendario.